En el lugar “donde viven los monstruos”.
De
un juego tan simple como disfrazarse de lobo surge una historia tan bonita. Max
este inquieto niño estaba dejando volar su imaginación y adaptando su espacio
habitual para la gran aventura que era ser un lobo. Cuando la madre lo llama
monstruo por el alboroto que tenía y Max contesta “te voy a comer” el “castigo”
que le impone la madre por contestar así - cosa que para el niño era normal que
un monstruo hiciera, le mereció irse a la cama sin probar bocado, pero allí en
su habitación sucede todo lo contrario, en lugar de sentirse triste, o solo, o
regañado, aprovecha ese espacio para seguir con su fantasía mental, reinventa
su historia, su bosque y todo lo que en él había, de manera que no solo el
bosque estaba en su mente sino que surge también el barco en el cual va a
navegar por mucho tiempo hasta llegar a donde viven los monstruos.
Esa
descripción tan bonita de cómo eran esas terribles criaturas, con sus terribles
ojos, dientes y garras, deja notar que Max estaba tan convencido de lo que
estaba viviendo que en ningún momento pierde el control de la situación, pues
él nunca se asusta, al contario es él quien doblega a los monstruos y quien
decide en qué momento desea terminar con su aventura a tal punto que es Max
quien castiga a los monstruos enviándolos a la cama sin cenar (igual como lo
hizo su mamá).
En
su imaginación esplendida cabe también la realidad, cuando siente la soledad y
la necesidad de sentirse amado, atendido, busca a su madre y encuentra la
comida caliente en su cuarto. Es cierto que nuestra imaginación nos permite
alejarnos de situaciones que marcan, entristecen, limitan o disminuyen, la
alegría que debe tener de por si la vida misma, donde viven los monstruos es un
claro ejemplo de que la mente humana puede transportarnos de un lugar a otro y
adoptar las situaciones que se presentan no para quedarnos en lo malo, no para
quedarnos en lo que nos hace daño o nos produce dolor, no para quedarnos
pensando en los demás, sino para permitir que esas cosas que nos incomodan nos
den fuerzas para reconstruir nuestra historia y poder reinventarnos de nuevo.
Nubia Johana Cifuentes Baquero
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