En
la escuela se condensan todas las experiencias que han vivido los estudiantes
en sus núcleos familiares, y por qué no,
en la interacción con los demás. Gracias
a este supuesto, muchas veces las escuelas se convierten en campos de batalla,
donde desembocan actitudes machistas, violentas, discriminadoras, prejuiciosas
y demás vicios de la sociedad actual.
Por lo tanto, es importante crear espacios en las aulas donde se puedan
encontrar los alumnos con ellos mismos,
vivir aventuras en su imaginación, viajar a diferentes lugares, conocer
diferentes culturas, elaborar acuerdos y desacuerdos frente a lo que se les
está exponiendo, para que así puedan escapar de los conflictos a lugares en su
imaginación, gracias a la lectura.
Es
en las fabulas donde cada quien puede identificar sus actos y ser tocados por
una moraleja que les incita a seguir los caminos correctos, a tomar
determinaciones provechosas a partir de lo que se conoce como “bueno”; es en
las novelas, donde podemos explorar y encontrar
que hay muchas personas que comparten nuestras dudas, emociones, afanes
y demás constituyentes de nosotros como seres humanos; es en la poesía que
encontramos la belleza, los sentimientos de forma desnuda y hermosa.
Rin
Rin Renacuajo, que en su forma deliberada de desobedecer, encuentra un mal
final; el Pastorcito que por decir
mentiras nadie quiere ayudar; Caperucita Roja que no siguió el consejo de su
mamá, no son tomados como un conjunto de personajes a los que les pasan cosas,
si no que a través de las experiencias de ellos, los niños se dan cuenta de la
importancia de conducirse bien, pues pueden contrastar eso con experiencias
propias, para sacar sus propias impresiones.
Por
tal razón, es importante que cada escuela
tenga un espacio para la literatura, porque esta abre la imaginación,
ayuda a formar a los sujetos a través de la lectura, ayuda a entender un poco
la situación en la que estamos viviendo, identificando en los personajes vicios
y defectos, los cuales deben ser cambiados para el mejoramiento de muestro mundo
en este tiempo de violencia.
Nelson Julian Rodríguez Acuña
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